Se acabó. Han sido 6 largos años de travesía. El lejano horizonte parecía no acercarse nunca. Los pies me quemaban, mi cabeza daba vueltas alrededor de los prados que deje atrás para adentrarme en este desierto caluroso, sin ningún rincón donde poder cobijarme durante las largas noches en que los buitres y los carroñeros me acechaban. Las hienas se reían de mí. Y yo estaba indefenso. Pero, por fin, después de tanta arena ardiente y sol abrasador, a lo lejos divise un lago cristalino, frondosos árboles repletos de exquisita fruta, y gente dispuesta a llenar todo el vacío que había acumulado durante todo este tiempo. No quiero mirar atrás, porque lo que veo en frente me gusta, y me voy a quedar aquí largo tiempo....