A veces me doy media vuelta y por un momento, tengo la impresión de que los mosquitos a mi alrededor se convierten en mariposas y que el aire seco y árido que penetra hasta mi garganta se transforma en el fresco aliento de una sirena que llena mis pulmones de ilusión. Pero es un espejismo. Como una estrella fugaz, todo se desvanece ante mí y tengo que volver la vista al frente intentando olvidar lo que acabo de ver, pero acordándome cada segundo.
Ojalá estuviera contigo. Ojalá estuviera tan cerca de las estrellas que pudiera cogerlas y escribir su nombre en la noche. Ojalá no tuviera que mirar a mi alrededor y no ver nada. Ojalá mis pensamientos no se perdieran en el vacío. Ojalá pudiera escuchar su voz cuando habla. Ojalá sus palabras me dijeran algo.
Seguiré buscando en el mar de la mediocridad, donde el destello de una luciérnaga sea más potente que el de una chimenea alimentada por un ejército de dragones de plastilina.