Un suspiro imperceptible para las almas sin alas fue suficiente. Llevo su recuerdo tatuado en mi mente y no hay manera de borrarlo. Si al menos pudiera pintarlo de otro color, si pudiera teñirlo con otras caricias...
Vivo en una nube de goma que flota en su aliento y no deja que me aleje, pues cuando el horizonte se me aparece infinito, una bocanada de su aire me devuelve a su estela, pero no me deja salir. Sólo puedo orbitar a su alrededor como un satélite que una vez se creyó inmortal...