Más que palabras, son pensamientos y sentimientos lo que tiene guardado. Los guarda en su interior porque cree que tienen el dudoso poder de arrebatarle los pocos momentos de armonía de su quehacer diario... Por las noches, los habitantes de Oniria, le quitan la máscara y se sumerge en su propio paraíso, dónde nadie se disfraza y todos enseñan sus cartas sin temor. Pero el tiempo pasa muy rápido allí, y son realmente breves los recuerdos que consigue retener. Sueña con llevárselos consigo y enseñarlos, aunque sabe que, en la realidad cotidiana, eso sería como arrojar su propio corazón a la inmensidad del océano... Sabe que cuando se muestre en su totalidad, algo dentro de sí mismo se partirá y no volverá... pero también es consciente de la inevitabilidad del hecho... Por eso, cada mañana, se pone su máscara invisible y se mezcla entre la gente mundana, pasando desapercibida su angustia e impaciencia. Mientras tanto, sigue buscando la luz que le ilumina, sintiendo su bello calor y esperando el momento en el que los dictados de su alma den su veredicto...