En una dimensión paralela, otra parte de mi esencia conseguía dominar la serpiente y erguirse sobre sus lomos, liberado de las rocas disfrazadas de escamas. Casi flotando sobre su viscoso y kilómetrico cuerpo, llego a su cabeza sin ojos. En este instante, la negrura que modela el paisaje, se comprime lentamente formando una esfera de ónice brillante cuyos rayos de luz dibujan armonía en el aire. El valle lunar se ha transformado en una alfombra de terciopelo violeta danzando al son de una brisa aromática. En un silencioso aleteo, el suave manto desaparece bajo mis pies dejándome al filo de un acantilado sin fondo. Ante mis ojos expectantes se despliega un puente de niebla amarillenta, como una línea de fuego que parte en dos el oscuro y frío infinito. En ella se encuentran todas las partes de mi ser que debo reunir para encender la llama eterna. Detrás ya no hay nada. ..