Mente y cuerpo se detienen a mi voluntad. Un peso metálico cae sobre mis párpados y éstos se cierran, pero no me detengo, sigo avanzando por el sendero. Aguas invisibles limpian mis recuerdos mientras sonidos arcanos me instan a saltar, justo a tiempo para dejar pasar el péndulo bajo mis pies.
Mientras se acerca ese instante, observo como el gran engranaje cósmico se va alineando, como a cámara lenta, y una barca construída con eones de conocimiento, con símbolos de fuego y aire, extrañamente familiares para mí, se acerca implacablemente surcando las estrellas.
Cada recuerdo que florece provoca un implosión en mi conciencia y el primer velo se va apartando dejando al descubierto mis entrañas. Allí está todo lo que necesito, nada tengo que buscar fuera de mi universo interior, pues él contiene todo lo que busco, como una miniatura infinita del gran océano cósmico.